Y así pasan los días y yo desesperando...
desesperando, porque no creerás que vengo aquí como cuando piso el acelerador hacia tu casa en Wyoming, sino que acudo como un cordero al matadero, con las orejas gachas, sin saber qué voy a encontrarme esta vez, qué me va a pasar esta vez, porque cuando veo en la carretera el cartel de Ciudad Juárez-el Paso ya no hay otro lugar para mí, y llego hasta aquí sediento, borracho y apestando, porque tengo que emborracharme para que cuando esté en alguna cama barata de un sórdido callejón piense que seas tú quien me abraza, porque tengo que emborracharme para que las manos que me acarician en este tugurio fronterizo no me produzcan nauseas al pensar que no son las tuyas.
desesperando, porque las noches son muy largas y hay TANTAS, Ennis, tantos lunes y miércoles y viernes y domingos (tantos putos domingos), y son tantas las promesas y los ofrecimientos, ¿o crees que no me hacen ofrecimientos?, y digo no mil veces, y vuelvo a decir no mil y una, pero soy un hombre, joder, y llega otra promesa, y caigo, y aquí estoy otra vez, besando a alguien cuya lengua apesta a tabaco y tequila, alguien a quien ni siquiera he sido capaz de mirar a los ojos porque huelo su desprecio, alguien a quién olvidaré en cuanto vuelva a salir a la calle principal, con menos dinero y más desesperanza, porque hace falta algo más que agua para calmar mi sed.
desesperando y jurando que esta vez será la última, pero sabiendo que esto no es verdad y que habrá muchas otras, y no te voy a negar que alguna vez no lo haya pasado bien, como se disfruta de una buena comida, de un buen whisky o de un paseo a caballo, pero todo se convierte en basura (la comida, el whisky, el caballo, Ciudad Juárez) cuando me doy cuenta de que no estás tu conmigo, aunque sea comiendo judías de lata.
desesperando, porque cuando avanzo hacia la siguiente esquina oscura no sé si van a matarme, pegarme, escupirme o solo robarme esta vez, porque tengo que esforzarme para no pensar que, si me matan a palos, no habrás sido tu el último que me ha acariciado el cuello.
... por lo que tú más quieras ¿hasta cuando? ¿hasta cuando?
(De nuevo una poesía de mi amado Kavafis, hace 100 años, en el fondo de este comentario:
JURA (Kavafis, 1905)
Jura una y otra vez que rehará su vida.
Mas al llegar la noche y sus consejos,
con sus promesas, y sus ofrecimientos;
al llegar la noche con el poder
del cuerpo que desea y exige,
al mismo fatal placer, perdido,
se dirige de nuevo.)