King of the Road

Perder tiempo de estar contigo, eso ha sido para mi dormir cuando estoy a tu lado.
Me has condenado al eterno insomnio.
Texas, Colorado y Wyoming, 20 horas por delante, pisando el acelerador a fondo, pero espero que esta vez sea la última, escribo un telegrama a mi mujer (que de todas formas ya lo está esperando) y hasta siempre Texas.
¿Sabes? podría haber muerto cuando recibí la postal en la que me hablabas del divorcio.
Ansioso por llegar, trago y trago millas, una milla, otra milla y paso por puebluchos, por ciudades pequeñas, parando a comer en cafeterías mugrientas y, no pudiendo esperar a que me sirvan, largarme sin tomar nada, parando a dormir en moteles polvorientos y dejar la habitación sin ni siquiera abrir la cama porque cada minuto que pasa te aleja de mí, y tú al final, los de los otros coches miran mi sonrisa de idiota, me ven cantando a gritos como un loco, pero ellos no saben que estás tú con tu divorcio al final, y se acabó por fin lo de contar el tiempo, contar los meses que faltan para que te vuelva a ver, contar los segundos que faltan para perderte otra vez hasta el siguiente abril o agosto o noviembre, contar las millas que nos separan. A veces duele tanto esa distancia, cogería el coche solo para verte un minuto a través de la ventana de tu casa, solo para que me miraras un segundo como hiciste aquella vez con tu camisa blanca con rayas azules desde la ventana de tu cuarto de estar, y volvería otra vez, otras mil millas, sin haberme bajado ni siquiera del coche, con las pilas cargadas para ¿un día? ¿una semana? ¿un mes?.
Texas, Colorado y Wyoming, ¡cuantas veces, cuantos años, cuantos kilómetros!
Viajes de ida, luminosos e ilusionados, viajes de vuelta (prefiero no hablar de ellos).
Si tuviera que volver otra vez por estas mismas carreteras como tantas otras veces no creo que lo pudiera soportar.
Pero ya no hay motivos ¿no Ennis?, ya no hay excusas.
Cuando te vea te voy a dar un abrazo que no vas a olvidar fácilmente.
Y si me mato hoy contra un camión que pierda el control y me pase por encima moriré feliz porque al fin te tengo, mi Ennis del Mar.