lunes, febrero 27, 2006

No te alcanzo


Tras tu sombra corriendo
por esquinas borrosas,
tras tu sombra, como un diablo,
sigo tus huellas opacas en la bruma,
espesa y dulce como miel de pétalos,
enredándome en zarzas, deteniéndome
en estanques sombríos,
olvidados,
de agua helada de bosque inhabitado,
sentándome en rocas grisáceas,
escuchando el sonido de un arroyuelo helado
que se pierde a lo lejos
lo mismo que mi vida se pierde
tras tu sombra huidiza.

Tras tu sombra invisible,
tras tu pálido olor inapreciable,
tras el silencioso sonido de tus pasos,
me pierdo en la espesura
acariciado a veces por el canto
aburrido de ruiseñores estultos,
jadeando,
vomitando entre los árboles sombras de nube gris,
atragantándome,
escupiendo noches de placeres turbios,
corriendo tras tu sombra frágil,
tras tu sombra huidiza.

No te alcanzo.


(Esta es la "contrapoesía" que ha enviado Paco, enkiea@telefonica.net
Estoy clavado al majuelo, como presa del alcaudón, en el límite del prado, donde el bosque se hace presente.
Salgo a tu paso con el viento, de entre las rocas, rozando las briznas de hierba helada y dejándome caer, rodando por el suelo.
Te espero en las ramas bajas del enebro donde se acumula el vapor de agua empujado por el viento helado.
No me alcanzas porque soy tu sombra.
Desciendo sobre tí con la bruma del hayedo. Acaricio tu piel.
No me encuentras porque voy contigo.
Me adhiero a tí con la semilla de la bardana. Me clavo en tu ingle con la garrapata que acecha en los tallos del ballico, donde pacen las vacas con sus terneros. .
No me oyes porque hablo por tu boca.
Te canto los noches de verano con los ruiseñores desde el zarzal, junto al arroyo.
Búscame, cuando te enfades, en la violencia del granizo sobre la roca desnuda. En la monótono estridencia de las cigarras, una pausada tarde de verano, cuando reposes.
Cuando desfallezcas, siénteme en tu aliento y empujando hondo desde tu pecho.
Cuando ames a alguien, encuéntrame en tu su sudor, en tus sus temblores, en cada átomo de su, de tu cuerpo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Estoy clavado al majuelo, como presa del alcaudón, en el límite del prado, donde el bosque se hace presente.

Salgo a tu paso con el viento, de entre las rocas, rozando las briznas de hierba helada y dejándome caer, rodando por el suelo.

Te espero en las ramas bajas del enebro donde se acumula el vapor de agua empujado por el viento helado.

No me alcanzas porque soy tu sombra.

Desciendo sobre tí con la bruma del hayedo. Acaricio tu piel.

No me encuentras porque voy contigo.

Me adhiero a tí con la semilla de la bardana. Me clavo en tu ingle con la garrapata que acecha en los tallos del ballico, donde pacen las vacas con sus terneros. .

No me oyes porque hablo por tu boca.

Te canto los noches de verano con los ruiseñores desde el zarzal, junto al arroyo.

Búscame, cuando te enfades, en la violencia del granizo sobre la roca desnuda. En la monótono estridencia de las cigarras, una pausada tarde de verano, cuando reposes.

Cuando desfallezcas, siénteme en tu aliento y empujando hondo desde tu pecho.

Cuando ames a alguien, encuéntrame en tu su sudor, en tus sus temblores, en cada átomo de su, de tu cuerpo.

28/2/06 23:54  

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