Cartas
Carta de Jack Twist a Ennis del Mar por San Valentín:
¿Qué tal vaquero? Espero que esta carta llegue para la fecha prevista.
Solo quería decirte que no temo a los domingos por la tarde cuando la caída del sol deja rincones sombríos por las habitaciones, cuando parece que se ha ido otra semana y la vida se nos ha escurrido de los dedos y se ha colado por el fregadero como agua sucia, que tampoco temo a mirarme al espejo y ver que tengo mas canas, que tengo mas barriga, que tampoco me da miedo que mi hijo se vaya de este mundo sin conocerte (¿sabes?, no puede dormirse por la noche sin que le cuente un cuento en el que Ennis del Mar aparece al final para salvar la Tierra de los invasores de Marte con sus superpoderes), ni siquiera temo a este dolor en la boca del estómago que empezó el día en que vi que te alejabas por el camino a través del retrovisor y que solo se calma cuando pones tu mano sobre mi pecho.
Pero hay una cosa que sí temo: que la vez pasada fuese la última, que ese paraíso tan fugaz (pero ¿nos conformaríamos con que sólo fuera eterno?), que ese cielo fugitivo que nos hemos creado, desaparezca y no haya un próximo agosto, o un próximo noviembre, porque entonces, no tendría ningún arma para enfrentarme a las sombras que la caída del sol deja por los rincones de la casa los domingos por la tarde.
La luz de Brokeback Mountain tan efímera y débil, esa luz plateada de reflejos de nieve, ilumina el resto de mi vida.
Nunca te he pedido que me jures nada, por eso sólo temo que no haya una próxima vez.
Carta de Ennis del Mar a Jack Twist:
A mí también me duele el estomago, PUTOJACKTWIST.
“Love is natural and real but not for such as you and I my love”
(el amor es natural y real pero no para aquellos que son como tu y como yo, amor mío)
(The Smiths, me escapé de casa para verles en el único concierto que dieron en Madrid, hace ya tantos años...)
3 Comments:
Querido Jack:
Te escribo esta carta, pero nunca te la enviaré, porque solo puedo llevarla en mi mente, sabes que no soy capaz de ponerla en papel ni de decírtelo. Aquí estoy, subiendo otra vez con el camión de los caballos, por estos caminos de mierda; lo más lejos posible, donde no podamos encontrarnos con nadie. Y en invierno, para mayor seguridad.
Amigo, no sabes hasta qué punto te extraño. Paso las noches y los dias pensando en ti; te veo debajo de cada sombrero negro, detrás de cada camisa azul. Ahora que ya no vivo con Alma y las niñas me paso las horas en el bar, donde los demás creen que soy un tipo callado, pero lo que no saben es que me estoy bebiendo todas las conversaciones sobre rodeos que oigo, para poder imaginarte encima de los toros hace años. Tampoco sabe nadie las horas que paso mirando tractores, como si estuvieras tú conduciéndolos.
Joder Jack, por muchos años que pasen, cada vez que recibo postal tuya el corazón se me salta varios latidos, la sonrisa tonta no se me cae de la cara, y empiezo a hacer planes como nunca: lo que te voy a traer de comer, el wishky que te gusta, incluso la ropa que me voy a poner para que me veas mejor. He comprado un saco nuevo para que no tengas frío, y unas sillas, sé que
tienes la espalda machacada de los rodeos.
Y no sabes cómo me tiembla la mano al contestarte, a veces tengo que repetir la postal tres o cuatro veces.
Jack, no puedo sacarte de mi mente. Y además, no quiero. Soy feliz pensando en ti, recordándote, sintiendo tus besos, tus manos, tu calor, tu mirada.
Tu maldita armónica y tus alaridos del Pentecostés. Nada en mi vida tiene sentido sin ti, salvo mis hijas, pero no puedo sacrificarlas por nuestro amor y tampoco puedo vivir sin ellas. Estar dividido me está matando, pero no puedo hacer otra cosa para protegeros que guardar silencio, un silencio que me duele como la peor quemadura. Me vuelvo loco de pensar que si alguien se entera puedan buscarte y hacerte daño, por eso me callo y disimulo, pero vivo con el miedo instalado. Con el miedo tambien a que mis hijas se enteren y no me miren a la cara más.
Bueno, pero ahora estoy llegando ya, creo que aquella es tu camioneta. Amigo, otra vez el corazón se me sale del pecho, otra vez veo tu sonrisa antes de ver tu cara. Otra vez estoy loco porque llegue la noche, dios te deseo tanto que me arden las yemas de los dedos de ganas de tocarte y de fundirme contigo.
Ahí estás, joder me tiemblan las piernas, un momento antes de salir del camión que me caigo redondo, no puedo ni respirar. Por fin los dias buenos, los dias de la felicidad.
Yo sé que tú sabes todo esto, aunque no te lo diga, yo sé que tú lo sabes. Yo sé que tú sabes hasta qué punto te amo, Jack Twist, mi vida. Aunque no sea capaz de escribirte esta carta.
Eh, traigo judías, voy a cocinarlas como en los viejos tiempos!
Pon.
Carta a Jack Twist.
Hola Jack!
Joder no me conoces, yo a ti un poco, tres sesiones de cine me han permitido descubrir quien eras y admirarte desde que te ví descender de la camioneta en el aparcamiento de Aguirre. ¿Sabes? Cuando transcurrió tu historia de amor a mi aún me faltaba para venir al mundo y sin embargo aún llevándome años creo que eres un tipo mucho más moderno que yo, por no hablar de sincero o valiente aspectos en los que me llevas siglos de ventaja.
En realidad somos dos tíos muy diferentes, yo he tenido una vida agradable; ni un viejo insufrible, ni un suegro paleto, ni me moría de hambre en los veranos, ni mi espalda está destrozada por el duro trabajo (aunque el sillón del despacho me tiene machacado) ni siquiera tuve la amenaza de que me llamaran a filas.
Y también a diferencia de ti, no he tenido nada de lo que tu has disfrutado durante veinte años aunque fuera de manera tan esporádica: no he tenido un amor eterno, un amor que no entiende de distancias físicas ni temporales que se mantiene ahí como decía Ennis: “Aguantando”, porque es más fuerte que todos los perjuicios colectivos y los miedos individuales, porque es lo único real que existe en las vidas de la gente que lo experimenta.
Y por eso te admiro, y te envidio, porque has sido capaz de amar pese a todo y tirar para adelante, sin miedo a dar los pasos necesarios aunque la otra persona no fuese capaz de ir a tu ritmo, porque lo has esperado, porque has suplido su distancia y su mal fingida indiferencia o apatía con aventuras temporales que sin embargo no significaban nada, porque él era el amor de tu vida y por el todas las renuncias tenían sentido, porque ante sus miedos y arrebatos eras tu el que siempre corría a abrazarlo prestándole tu pecho, sabedor, como eras, de que tanto lo necesitaba.
Quizás Jack no has tenido “la vida que te cagas” que te merecías por tu entrega, pero has estado lejos de vivir una mierda de vida, donde lo más cerca que se está del amor es contemplándolo en ficciones cinematográficas.
Y es que ya te lo dije antes: somos dos tios muy diferentes,……………. ¡por suerte para ti!
Un abrazo fuerte; por la espalda a ser posible.
Y al “contable gris” que mantiene este blog, gracias por permitir que me acerque de vez en cuando a la vida real.
Man.
Pues Man, la vida real está ahí fuera, esperándote, déjate de películas y sal a buscar el amor verdadero, el real, el carnal, la llama de amor viva.
Un abrazo
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