martes, febrero 28, 2006

King of the Road

Texas, Colorado y Wyoming, 1.000 millas de carreteras polvorientas y solitarias pero tú al final, tú con tu divorcio, atravesando praderas y trigales, bajo este sol brutal, pero tú al final, después de tantos años, tú y yo con nuestro rancho, los niños que nos visitan de cuando en cuando, y luego tú y yo solos, cerrando la puerta por la noche pero los dos dentro, acostándonos por primera vez en una cama pero los dos dentro (salvo el motel ¿te acuerdas?, pero ¿cómo no vas a acordarte?), aunque sabes que yo duermo contigo desde el primer día que te vi apagar ese cigarrillo, apoyado en la pared de la chabola de Aguirre, como se que tu duermes conmigo también. Y no se si ahora voy a volver a dormir alguna vez o solo voy a ser capaz de mirarte mientras duermes, acariciando tus rizos de chaval, sintiendo la caricia de tu cálido aliento en mis manos ¿seré capaz de separarme de ti aunque solo sea unas horas cuando duerma?
Perder tiempo de estar contigo, eso ha sido para mi dormir cuando estoy a tu lado.
Me has condenado al eterno insomnio.

Texas, Colorado y Wyoming, 20 horas por delante, pisando el acelerador a fondo, pero espero que esta vez sea la última, escribo un telegrama a mi mujer (que de todas formas ya lo está esperando) y hasta siempre Texas.
¿Sabes? podría haber muerto cuando recibí la postal en la que me hablabas del divorcio.
Ansioso por llegar, trago y trago millas, una milla, otra milla y paso por puebluchos, por ciudades pequeñas, parando a comer en cafeterías mugrientas y, no pudiendo esperar a que me sirvan, largarme sin tomar nada, parando a dormir en moteles polvorientos y dejar la habitación sin ni siquiera abrir la cama porque cada minuto que pasa te aleja de mí, y tú al final, los de los otros coches miran mi sonrisa de idiota, me ven cantando a gritos como un loco, pero ellos no saben que estás tú con tu divorcio al final, y se acabó por fin lo de contar el tiempo, contar los meses que faltan para que te vuelva a ver, contar los segundos que faltan para perderte otra vez hasta el siguiente abril o agosto o noviembre, contar las millas que nos separan. A veces duele tanto esa distancia, cogería el coche solo para verte un minuto a través de la ventana de tu casa, solo para que me miraras un segundo como hiciste aquella vez con tu camisa blanca con rayas azules desde la ventana de tu cuarto de estar, y volvería otra vez, otras mil millas, sin haberme bajado ni siquiera del coche, con las pilas cargadas para ¿un día? ¿una semana? ¿un mes?.


Texas, Colorado y Wyoming, ¡cuantas veces, cuantos años, cuantos kilómetros!
Viajes de ida, luminosos e ilusionados, viajes de vuelta (prefiero no hablar de ellos).
Si tuviera que volver otra vez por estas mismas carreteras como tantas otras veces no creo que lo pudiera soportar.
Pero ya no hay motivos ¿no Ennis?, ya no hay excusas.
Cuando te vea te voy a dar un abrazo que no vas a olvidar fácilmente.
Y si me mato hoy contra un camión que pierda el control y me pase por encima moriré feliz porque al fin te tengo, mi Ennis del Mar.

8 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El puto Jack Twist, que al llegar a Wyoming tras el divorcio de Ennis recibe la frialdad y aparente indiferencia de éste, vuelve destrozado a Tejas. Esas ganas de llegar, esa canción en el coche, esa mirada tan dulce a su Ennis al llegar al aislado rancho y ese desasosiego que se apodera de él al ver que no puede explotar junto a él de gozo y luego... Méjico. Quiero creer que tras llegar a Méjico y adentrarse en esas oscuras calles, Jack recapacita y vuelve atrás, se da cuenta que sin Ennis no puede hacer nada y vuelve a su casa desesperado pero, como otros dirían, "íntegro". Espero encontrar esa escena repudiada (más que nada para aumentar nuestro sufrimiento de forma deliberada, seguro que así lo pensó Lee) en el DVD y así, por lo menos, dejar el pabellón de Jack bien alto ¿no os parece?

28/2/06 17:30  
Anonymous Anónimo said...

Pues a mi no me molesta que se tire a un chapero. El propio Jack deja el pabellón bien alto cuando dice "te echo tanto en falta que no puedo aguantar sólo un par de polvos al año".
Menos íntegro me parece Ennis, al que le parece más o menos bien que Jack se líe con una mujer, pero que le mataría si supiera que se lo ha hecho con un hombre.
Una cosa es ser fiel a la pareja, o por lo menos no ser un putero compulsivo, y otra destrozar tu propia vida cuando tu pareja no hace demasiados esfuerzos por tenerte contento.
En fin, que entiendo perfectamente que el puto Jack Twist se fuera a Mexico o que se liara con el otro granjero. No por eso dejaba de querer a Ennis, y no por eso dejaba de buscar una vida "que te cagas" compartida con su vaquero del alma.

28/2/06 20:27  
Anonymous Anónimo said...

Propongo añadir una escena a la película, para dulcificar el viaje mejicano:

Ambos estaban sentados junto al río bebiendo, a la luz de la hoguera bajo las estrellas, y a Jack se le escapó del fondo de su corazón:

"Te diré una cosa: a veces te echo tanto de menos que no puedo soportarlo". En aquel momento recordó Jack el primer viaje que hizo a Ciudad Juárez, despechado por el plantón de Ennis al tener a sus hijas en aquellas fechas; las lágrimas recorrían su otrora alegre faz, demostrando el intenso dolor que martirizaba su corazón, mientras asía el volante con fuerza. Quería morirse. Las 14 horas de coche desde Childress se le habían antojado etéreas, pero la vuelta... Parecía que cada vez se hiciera más largo el camino, hasta que vio la señal que indicaba la proximidad de la frontera mejicana por la aduana de Ciudad Juárez. Jack, en pleno apogeo de su juventud, iniciando ya su andadura por la edad adulta, era todo sentimiento y sensualidad: sus hormonas siempre a flor de piel, en contraposición a Ennis, mucho más temperado y tranquilo en ese aspecto. Creyó ver ahí la solución, siquiera temporal, a ese volcán que llevaba dentro y que no había podido entrar en erupción a su llegada a Wyoming. La ciudad mejicana ofrecía todo aquello que el puritanismo tejano prohibía (o al menos escondía muy bien) al lado septentrional de la frontera, pero no por ello dejaba de ser visitada con demasiada frecuencia por compatriotas metodistas, calvinistas, católicos y luteranos que eran conocedores de esa Sodoma que les tentaba desde el otro lado de la alambrada y cuya pecadora llamada, como canto de sirena, les arrastraba, a veces casi de forma inconsciente.

Jack estuvo tentado de contarle a Ennis ese fugaz episodio con aquel joven cobrizo mejicano que le acompañó a la oscuridad del callejón, hasta llegar a un pequeño habitáculo parecido a una cueva, débilmente iluminado por la luz de unas velas, donde el muchacho le pidió qué servicio deseaba de él. Jack se quitó la camisa y estaba a punto de hacer lo mismo con el pantalón (del cual se había soltado ya la hebilla del cinturón), hasta que la decidida mano de su acompañante se deslizó por su ingle y rozó su inerte miembro; le insistía para que se tumbara en el catre ataviado con una sábana blanca algo raída y sobre la que parecían apreciarse algunas chinches, pero la mano izquierda de Jack (pues el era zurdo) se aprestó a separar algo violentamente la mano del mejicano, gesto que interpretó de forma sexual creyendo que desearía un acercamiento con algo de dureza; nada más lejos de la realidad, pues Jack se aprestó a sacar 20 dólares de su bolsillo que arrojó sobre la cama y, sollozando, abandonó el lugar pese a las insistentes demandas del joven para que le siguiera acompañando. Jack había comprendido que ese sucedáneo no significaba nada para él y sólo Ennis (el mismo que de haber oído su experiencia probablemente le hubiera golpeado violentamente e increpado aún con más ahínco, sintiéndose engañado por su media naranja) podía colmar sus ansias en todos los ámbitos. Alquiló una habitación en un motel, ya de vuelta a Tejas, y sólo pudo conciliar el sueño cuando, recordando aquellos dorados momentos en Brokeback con su inseparable compañero, manchó las sábanas con su fluido que, en otras ocasiones, empapaba el pecho de Ennis tras sus embriagadores embates.

Jack prefirió no contar esa pequeña aventura, pues Ennis podía estar tranquilo, jamás sucedió nada que no fuera con Ennis en persona o en espíritu. Es verdad que nunca le prometió Jack nada al respecto (ni tampoco era persona dada a prestar juramentos), pero no era necesario, sólo Ennis era el conductor de ese amor desmedido, de esa lava libidonosa que, de otra forma no podía aflorar a la superficie."

28/2/06 21:27  
Anonymous Anónimo said...

yo, a pesar de todo mi romanticismo etc etc, entiendo perfectamente que Jack se fuese a mexico no una SI NO MIL VECES, y eso no mermaría ni un solo gramo del amor que sentía por Ennis y quizá esa salida (insatisfactoria desde luego desde el punto de vista sentimental pero supongo que satisfactoria sexualmente) le permitía conservar intacto su amor por Ennis.

1/3/06 12:21  
Anonymous Anónimo said...

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2/3/06 04:15  
Anonymous Anónimo said...

Hola, Jack;

Te escribo estas líneas desde la melancolía más absoluta. En el momento de hacerlo, ni siquiera tengo claro cual es el propósito que me mueve a ello; si tan sólo pretendo poner en orden las ideas que bullen en mi cabeza, amenazando con desestabilizarme, o quizás busco forzar la ocasión para que estas palabras lleguen hasta ti, aunque sin más esperanza que la que asiste a quien formula un deseo al viento. Poco importa, en cualquier caso, puesto que ya estoy inmerso en la tarea, y si al menos logro aliviar mi atormentado espíritu de la tristeza que lo domina, algo habré conseguido.

La causa de mi particular estado emocional se remonta a siete días atrás, momento en el que acudí al cine a ver BBM, arrastrado por una fatal determinación, y digo fatal porque, desde el primer momento, presentía que esta película me acabaría atrapando. Y no me equivocaba. Acudí a la última de las sesiones, y bajo las luces de neón del paseo, me acerqué a la taquilla con el secreto deleite de quien se entrega a un placer prohibido. La expectación era tan intensa que no acertaba a pronunciar el nombre de la película.

- Por favor, una entrada para Bo.. Bro…
- Brokback Mountain.
- Si,…esa.

A buen seguro, la chica de la taquilla debió de tomarme por gilipollas. Que importa. Visionar esta sublime historia de amor hubiera compensado el mayor de los ridículos. O, al menos, eso pensaba entonces, aunque atendido mi estado de ánimo actual, comienzo a dudar de que verla fuese una idea acertada.

La acción fue discurriendo ante mis ojos, con un ritmo lento pero con una fuerza narrativa como pocas veces he percibido en una película, y cuando al fin acabó, supe que esta cinta y sus personajes formarían parte de mí para siempre.

Ha pasado ya una semana, y continúo tan desbordado por la magnitud de esta historia que no soy capaz de pensar nada más. Demasiado hermosa, demasiado trágica para ser asimilada sin mayores consecuencias por un alma desparejada, que desea más que ninguna otra cosa en el mundo encontrar a su Jack Twist.

Así fue como pasó. Y ahora que ya te lo he contado, te confesaré que no imagino mayor felicidad en este mundo que amar y ser correspondido, del modo en que lo hicieron Ennis y Jack. Porque todas las desdichas y miserias de esta vida, de las que los dos protagonistas sabían bastante, pueden sufrirse una y mil veces, y no significarían nada comparadas con la plenitud de los momentos que compartieron juntos. Cuando, de noche, los vimos sentados junto al fuego, bajo un manto de estrellas, o cuando, después, en el interior de la tienda de campaña, imaginábamos a Ennis recostar la cabeza sobre el pecho desnudo de Jack… Te juro por Dios, o por quien cojones quiera que rija los destinos de este mundo, que ambos podían haber muerto sólo un instante después, y que sus vidas hubieran sido inmensamente más plenas, sólo por la magia de esos fugaces encuentros, que la de aquel que, aún viviendo muchos años, nunca conoció el amor.

Debo decirte que esta conclusión no es fruto exclusivo de mi paso por la sala de cine, Jack, (te pido que me dejes llamarte así, porque todavía no sé que nombre tienes) pero es verdad que desde que vi la cinta, no dejo de darle vueltas a esta idea, que amenaza en convertirse en un obsesión, porque siento, como nunca antes, que me faltas y que hasta que no te encuentre, mi vida carecerá de sentido. Necesito sentir tu aliento sobre mi cuello, no sabes como deseo abrazarte, y que tu rostro sea lo primero que mis ojos vean al despertar cada mañana.

Hasta hace sólo algunos meses, vivía instalado en una imagen falsa de mi mismo, fabricada para complacencia de los convencionalismos sociales. Lograrlo nunca supuso un problema, ni siquiera me obligó a mentir abiertamente, bastaba con dejar que quienes tenía a mi alrededor creyesen sobre mí aquello a lo que mi conducta les inclinaba a creer. O quizás, aquello que hubieran querido creer de todos modos, quien sabe. Con frecuencia, la mentira resulta la opción más cómoda de aceptar para alguna gente. Y aunque admito que hacia algún tiempo que ya había iniciado el camino para descubrirme ante el mundo tal y como soy, no ha sido hasta después de conocer BBM, ese lugar que también nos pertenece, aunque jamás lo hayamos pisado, cuando he reunido el valor necesario para completar el proceso. Con dos cojones. Y lo he hecho por ti, Jack. Sólo por ti, porque, aunque ignoro donde estás ahora mismo, y ni siquiera sé que aspecto tienes, tengo la certeza de que existes en algún lugar, y sólo esperas, como lo hago yo, a que la casualidad nos una para siempre.

Ahora te contaré que ya hace dos años que cumplí los treinta, y que soy un tío sencillo, de gustos nada sofisticados, y con un aspecto bastante normal, al que, quizás, nadie se volvería a mirar cuando pasa por la calle. Pero debo reconocer que siempre tuve facilidad para ligar (aunque fuera en la acera equivocada) porque creo que soy agradable y sobre todo porque soy simpático y buen tipo (no tengo abuela, así que los piropos, por el momento, me los tengo que echar yo mismo). Soy masculino (tu también lo eres, Jack, y si no te conociese jamás imaginaría tus preferencias sexuales, eso me hace amarte aún más) aunque no por ello me creo mejor que nadie que no lo sea; simplemente, es así como soy. No conozco México; ya sabes que nunca sentí la necesidad de cruzar la frontera… Y, por ahora, no voy a revelarte más cosas sobre mí, prefiero que tu las vayas descubriendo cuando, al fin, visitemos BBM.

Una cosa más: no importa si nunca llegas a leer este mensaje. Por mucho que me cueste, ten la certeza de que acabaré encontrándote, aunque tenga que remover cielos y tierra. Te quiero, puto Jack Twist, y por Dios que voy a lograr que tu también me quieras como no has querido a nadie.

9/3/06 13:55  
Anonymous Anónimo said...

O lord how I don't know
O lord how I don't see

14/3/06 07:33  
Anonymous Anónimo said...

Muy profundo lo de midnight cowboy... :) Realmente deseo que encuentres a tu Jack... Todos queremos eso, no ?

21/3/06 16:14  

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