martes, mayo 16, 2006

Próxima estación: Brokeback Mountain (colaboración de Carlos)


Carlos (ferrostahl@gmail.com) ha enviado este cuento, para que viajéis un poco por las rocosas. Sigue en los comentarios.

Abril de 1970. Jack preparaba un nuevo viaje a Wyoming para reunirse con Ennis. Desde 1967, este sería su séptimo reencuentro con el hombre que marcó a fuego su vida. El día 13 tenían previsto reunirse en Riverton; Jack no era supersticioso, pero en esta ocasión llegó a planteárselo, pues un inesperado recalentón de su furgoneta (él nunca despuntó en mecánica ni en mantenimiento de coches), que la dejó fuera de órbita, estuvo a punto de desbaratar sus planes. Buscando soluciones al grave problema planteado, Jack recordó que Brandon, el tío de Laureen (hermano de su detestable suegro aunque mucho más agradable e inteligente), era Jefe de Estación en Childress. Además tenía una devoción particular hacia su sobrina, por lo que ambos fueron a verle a la estación y le explicaron lo que sucedía. En poco más de media hora el problema quedó resuelto: al día siguiente, a primera hora de la tarde, tenía su llegada a Childress el expreso de Seattle, que podía llevarle hasta Cheyenne. Allí tomaría otro tren, pues la línea hacia Montana formaba parte de la Union Pacific, y la compañía Santa Fe no llegaba más al norte de Cheyenne. Inmediatamente, Jack se dirigió a la oficina de correos para enviar un telegrama a Riverton, con el siguiente texto: “Reunión estación ferrocarril Basin 14 abril 14:30 PM stop problemas mecánicos voy tren stop salgo mañana tarde stop saludos Jack”. El mensaje no fue respondido por Ennis, aunque éste lo había recibido con cierta sorpresa.

14 Comments:

Blogger elputojacktwist said...

(sigue el cuento de Carlos)


Cuando al día siguiente el Seattle Express entró en la estación de Childress, con sus relucientes colores plata y rojo, Jack fue invadido por una extraña sensación (pues ya desde niño le producían cierto encanto y disfrutaba verlos pasar y saludar a sus pasajeros), que le causó un inesperado bienestar. Recordó el primer viaje que había hecho en tren, en 1953, cuando su tío Harold era maquinista en la Union Pacific (aquel duro trabajó le originó la grave neumonía que padeció en 1963 y que le llevaría a la muerte unos años después), y en compañía de su madre, pues su padre odiaba los trenes y muchas otras cosas, hicieron un viaje hasta Cheyenne (por aquel entonces Lightting Flat todavía disponía de trenes de pasajeros, pues la línea que conectaba el pueblo con la general de Cheyenne sólo transportaba mercancías desde 1961); fue una experiencia novedosa y al mismo tiempo gratificante. El tío Brandon le acomodó a muy buen precio en un compartimento individual, pues iba a necesitar un sitio donde descansar y relajarse las próximas 16 horas que le separaban de Cheyenne (en total emplearía 22 horas para llegar a Basin, la estación más próxima a Brokeback, con un recorrido total de 1.127 millas). El expreso iba muy bien preparado y era bastante largo: lo arrastraban dos locomotoras diesel y estaba compuesto por dos coches de primera clase, cuatro coches de segunda, cuatro coches cama, dos coches restaurante con bar y tres furgones para cocina, equipajes y paquetería. No estaba acostumbrado a los trenes, pues el último, y era la tercera vez que lo hacía en su vida, lo había tomado en 1964, pero aquel le pareció poco menos que un tren de lujo.

En la soledad de su compartimento, tumbado en la cama con la única compañía de un lavabo plegable y un pequeño armario, se imaginó a Ennis acompañándole, realizando un largo viaje de placer; su imaginación voló hasta Rusia, donde había oído que circulaba el tren de mayor recorrido del mundo, en una travesía a través de Europa y Asia de 10.000 kms. de ocho días de duración. Aunque recordó que Ennis jamás había tomado un tren y en cierta ocasión le manifestó que sentía cierto respeto hacia aquel ingenio que, lógicamente, desconocía por completo. Entretanto, contempló como la polvorienta y semidesértica Tejas se desvanecía por la ventanilla, al cruzar la frontera de Colorado, al tiempo que el paisaje cambiaba las amplias gamas de color marrón que aderezaban las vastas extensiones a ambos lados de la vía, por tonalidades de un verde más intenso cuanto más septentrional era la posición del tren, avanzando a considerable velocidad en dirección norte y adentrándose en las estribaciones de las Rocky Mountains. Oscurecía cuando llegaron a Trinidad Junction, donde coincidían con la línea transcontinental y por la que discurrirían durante algo más de dos horas. Tras detenerse el tren notó un brusco y fugaz empujón trasero: habían acoplado otros tres coches cama al tren. Media hora más tarde salieron en dirección a Denver. Fue el momento que eligió para ir a cenar al coche restaurante, tomando una ensalada bien surtida que acompañó con un plato de pescado cuya especie no fue capaz de identificar, todo ello bañado con una buena cerveza, dando por terminado el ágape con una generosa copa de Bourbon.

Una vez que hubo llenado el estómago, se dirigió de nuevo a su compartimento, apurando la botella de whisky antes de meterse en la cama. En mitad de la noche la voz del revisor en el pasillo “¡¡¡Denver, Denver!!!” le sobresaltó y tuvo que dejar de abrazar y mesar los adorables bucles dorados de Ennis en el apacible sueño del que disfrutaba. No miró el reloj pero calculó que volvió a dormirse veinte minutos después de parar el tren en la capital de Colorado. La noche fue tranquila, entró en un sueño muy profundo, propiciado por el suave traqueteo del tren, que dulcemente le meció, acompasado con ligeros aunque frecuentes bandazos, y despertó bruscamente cuando creyó oír una voz, que asoció, tras su embriagador sueño, a la de Ennis, llamándole por su nombre. Los primeros rayos del sol acariciaron sus cerúleos ojos a las 7:30 de la mañana. Minutos más tarde, el revisor tocó a su puerta para informarle que la llegada a Cheyenne estaba prevista a las 8:15. Se vistió y acicaló y fue al coche restaurante para desayunar: un café muy cargado con tostadas y bollos de mantequilla. Disfrutó con fruición del desayuno al tiempo que perdía su mirada en los escabrosos barrancos que se abrían junto al borde exterior de la vía, con los abetos Douglas haciendo equilibrios sobre las peñas cortadas a plomo; incluso creía reconocer, aunque estuviera a centenares de kilómetros, los mismos lugares que compartió en el verano de 1963 con Ennis. Se sintió como una gota de agua en mitad del océano, como una galaxia remota en la infinidad del universo, sobrecogido por la agreste naturaleza que le rodeaba y al tiempo fascinado con su disfrute. Era una sensación recurrente cada vez que visitaba Wyoming y, particularmente, las Big Horn, pues Tejas nunca le gustó, al fin y al cabo él era un hombre criado en mitad de la naturaleza exuberante y, aunque los azares del destino le llevaron al sur, no quería acabar sus días lejos de las montañas que le vieron crecer y donde había sido tan feliz.

Al llegar a Cheyenne, la discreta capital de Wyoming, que parecía más bien un pueblo grande, Jack recordó la primera visita que hiciera a la ciudad 17 años antes, a bordo del tren conducido por su tío Harold. La estación, compartida por las dos compañías ferroviarias, no había cambiado, pero había desaparecido aquel ambiente tiznado, tocado por la carbonilla en todos sus rincones, que las máquinas de vapor, tratadas con veneración por los maquinistas, exhalaban continuamente, de modo semejante a una respiración jadeante y forzada. Tan sólo tenía diez minutos para bajar del tren y subir al Montana Express, pero tuvo tiempo para acercarse al kiosco de la estación y comprar dos cajetillas de tabaco y una botella de whisky de un cuarto de galón.

Puntualmente, el tren salió a las 8:25 de la mañana con destino a Helena, la capital de Montana. Él debía apearse en Basin, aunque le quedaban seis horas de viaje y el tren, de menor categoría que Seattle Express, no disponía de coche restaurante, tan sólo un servicio de bar en el último de los cinco coches que componían el tren. Jack optó por acomodarse en su asiento y disfrutar de los maravillosos paisajes que asomaban por la ventanilla. Contaba las veces que atravesaban estruendosamente el río North Platte por medio de los afiligranados puentes metálicos, y los incontables túneles que horadaban las graníticas montañas, en combinación con los puentes, para continuar, casi colgados de las verticales paredes (en cuya dura roca había sido excavada la caja de la vía, con la imprescindible ayuda de la dinamita), a través de la garganta fluvial, jalonada constantemente por los abundantes abetos que aderezaban el paisaje por doquier. Se alternaban pequeños valles, interrumpidos por pequeños lagos, donde se ubicaban pueblos conocidos como Casper, Douglas, Glenrock y Signal (pasando junto a la desvencijada caravana de Aguirre, donde le vio por primera vez y se enamoró) y cada vez que aparecía un rebaño de ovejas o vacas pastando en los límites de los espesos bosques que asomaban acá y acullá no podía reprimir mirar al pastor pensando, casi inconscientemente, que podía ser Ennis, esperándole junto a la vía; incluso escrutó el coche entero en busca del freno de emergencia, por si finalmente aparecía Ennis en mitad de un valle, para estirarlo con todas sus fuerzas y detener el tren para echarse en sus brazos.

Se acercaba al final del viaje. Pasó de nuevo el revisor (como hacía antes de cada estación donde el tren tenía parada prescrita) para avisar de la inminente llegada a Basin. El pueblo, que era la capital del condado de Big Horn, estaba situado a apenas veinte kilómetros de Brokeback Mountain, cerca de la frontera de Montana. Jack esperaba con todas sus fuerzas que Ennis hubiera recibido el telegrama, y dejó instrucciones precisas a Laureen para que, si era respondido negativamente, le enviasen inmediatamente un telegrama a la estación de Basin, por lo que instintivamente, una vez que el tren se hubo detenido y no vio a Ennis, con sus ondulados cabellos al viento y su sombrero de paja, en el andén ni en sus inmediaciones, acudió a ver al Jefe de estación, quien le contestó que no habían recibido ningún telegrama ni llamada desde Tejas. Esto le calmó, pero al mismo tiempo su desazón aumentó al ver que media hora después Ennis, a quien tanto deseaba ver y abrazar (pues no se habían visto desde noviembre), no aparecía por allí. Volvió a inquirir al Jefe si alguien había preguntado por él y le describió a Ennis con pelos y señales (como sólo Jack podría hacer) por si le había visto merodeando por allí, a lo que el Jefe contestó negativamente. Finalmente, cuando se disponía, después de una hora de infructuosa espera, a ir a la oficina de correos para enviar un telegrama a Riverton, observó como una furgoneta blanca y azul, algo destartalada, avanzaba a toda velocidad hacia él en medio de una nube de polvo que dejaba tras de sí.

Y su sueño, interrumpido en el coche cama, tuvo continuación y final feliz. Oyó a Ennis gritar su nombre con el mismo énfasis que en el tren, como una repetición del sueño, y se fundieron en un abrazo tan fuerte y efusivo que les costó ímprobos esfuerzos no soldar sus bocas (pues no se tocaban por milímetros) en un apasionado beso, aunque no escatimó caricias para sus rizos y su curtida pero juvenil faz. Ahora, les aguardaba Brokeback Mountain.

16/5/06 08:07  
Blogger hermes said...

Querido Putojack:

El domingo fuí a ver a Serrat en concierto, donde presente su último trabajo " Mô ", que es, como casi todo lo suyo, una recopilación de sus ideas y vivencias, en este caso influidas por Menorca y el Mediterraneo, creo que no tiene desperdicio, os mando la letra de una de las canciones :

JA TENS L'AMOR

Ja tens l'amor...
Ja acaricies la glòria
amb la punta dels dits.
Ets inmortal.
Estigues llest
per caminar a les fosques.
Per viure sol.
Per dormir al ras.

Ja tens l'amor...
T'has cansat de buscar-lo
sota les pedres
a qualsevol preu.
Ara jaurás
del costat de l'angoixa
i farás el camí
que duu al crim o a l'adéu.

Ja tens l'amor
i no pots fer-te enrere
No demanis justicis,
ets tu qui tira els daus.
Acluca els ulls,
llança't a l'abisme
i renuncia a viure
per sempre mes en pau.

Ja tens l'amor
i la seva agonia
quin no ho daria tot
per patir-la de nou
una vegada més,
una vegada més,
una vegada més,
i prou.
-------

Creo que se entiende bien en catalán y siempre es mejor leer la poesia en el texto original, de todas formas os ponga tambien la traducción, aunque no es lo mismo:

YA TIENES EL AMOR

Ya tienes el amor
ya acaricias la gloria con la punta de los dedos
Eres inmortal
Prepárate
a caminar a oscuras
A vivir solo
A dormir al raso.

Ya tienes el amor..
Te has cansado de buscarlo
bajo las piedras
a cualquier precio.
Ahora te acostarás
del lado de la angustia
y seguirás el camino
que lleva al crimen o al adiós.

Ya tienes el amor
y nio puedes echarte atrás
No pidas justicia,
eres tu quien tira los dados.
Cierra los ojos
l´´anzate al abismo
y renuncia a vivir
eternamente en paz.

Ya tienes el amor
y su agonia
quien no lo daria todo
por sufrirla de nuevo
una vez más
una vez más
una vez más
y basta.

16/5/06 10:43  
Anonymous Anónimo said...

Lo único que le faltaba a un texto de este blog: es que mi debilidad son los trenes. ¡Vaya foto más chula!

16/5/06 11:15  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, ya veo que hay más loc@s sueltos por ahí, la verdad que el marco que ofrecen las montañas Rocosas para un viaje en tren es extraordinario; si encima pienso que se puede ir hasta Banff en tren para rememorar BBM, es para morirse de gusto.

Carlos

16/5/06 12:05  
Anonymous Anónimo said...

cagondena...lo he tenido que leer dos veces para ver que la que no estaba soñando era yo......
Ya os vale a los dos.....un relato sencillamente precioso, que perfectamente hubiese tenido cabida en la peli.
Sensacional, vuelvo a restregarme los ojos para ver que no estoy.... soñando.
Es tan hermoso lo que describís....
GRACIAS
Mountain

16/5/06 12:32  
Anonymous Anónimo said...

Siempre me han gustado los trenes que como dice J.Sabina "viajaban hacia el norte".
Mis conocimientos de la geografía americana son más bien escasos, así que no se si este tren va al norte o al sur, lo que si sé es que va a una vieja estación donde habrá un choque de trenes directos al corazon, el de ellos y nosotros estaremos gracias a ti esteremos en el anden para ver como saltan las chispas.

16/5/06 13:24  
Anonymous Anónimo said...

Otro punto de vista de esta gran historia de amor. Tangible, relajante....
Habia visto antes tristes despedidas en estaciones de tren, incluso las tengo vividas, ahora nos brindas, Carlos, un maravilloso encuentro. Magnífico.
El viento que sopla de sur a norte y viaja en tren.
Que gozada!

16/5/06 20:09  
Anonymous Anónimo said...

Es verdad que las estaciones se asocian, casi inconscientemente, como un punto de partida y despedida, pocas veces las vemos reflejadas precisamente como lugar de feliz reencuentro (y eso que Jack, una semana más tarde, tendrá que volver a coger el tren, aunque sea un poco más al sur, y tendrán que despedirse otra vez durante unos meses). En mi caso, a parte de como medio de transporte, considero al tren algo muy especial (será porque vivo junto a sus vías) y, como diría Paul Theroux, que ha hecho bastantes y largos viajes con ellos, siempre que he visto pasar un tren frente a mí, allá donde fuere, he deseado poder estar dentro de él viajando a cualquier lugar; pero comprendo que no a todo el mundo le transmita lo mismo, así que me he permitido esta pequeña licencia de meter a Jack en el tren y hacerlo partícipe de esa sensación. Un abrazo a tod@s.

16/5/06 20:21  
Anonymous Anónimo said...

Qué bonito, caramba, una forma original de darle una vuelta de tuerca a la historia.
Carlos, tú sí que eres the magnificent.

16/5/06 23:08  
Blogger aldhy gael said...

HOLA COMO ESTAS? ESPERO QUE BIEN... YO CREO QUE NOSOTROS NO HEMOS TENIDO LA MEJOR DE LAS COMUNICACIONES, SIEMPRE HEMOS ESTADO UN POCO DISTANTES, PERO LA DISTANCIA, TAMBIEN ES AMOR....HAY VECES QUE NO HAY QUE DECIR NADA, CUANDO LAS PALABRAS NO TIENEN, ESPACIO, SOLO QUEDA EL LENGUAJE DEL ALMA, AQUEL QUE SE PERCIBE, COMO LA BRISA, QUE AUNQUE NO PODEMOS VERLA, DE VEZ EN CUANDO NOS ACARICIA, Y NOS HACE RECORDAR QUE, ESTA ALLI PARA ACOMPAÑARNOS, Y PARA DECIRNOS QUE ELLA SABE QUE SIN ELLA, NO TENDRIAMOS ALIENTO, Y POR ESO NO NOS DEJA , POR QUE QUIERE VERNOS VIVOS, MUCHAS GRACIAS POR EXISTIR, Y HACER QUE EL MUNDO SEA UN LUGAR DISTINTO, EN DONDE, TODOS PODAMOS CONTAR CON ALGUIEN COMO TU, QUE HACE DE LAS PALABRAS UN ARTE, UNA NUEVA FORMA DE PRONUNCIAR EL LENGUAJE DEL ALMA, DONDE CADA PALABRA OCUPA SU ESPACIO, Y SU TIEMPO, Y NADA QUEDA SIN SENTIDO, "ERES COMO LA BRISA QUE ACARICIA, Y COMO EL MAR QUE NOS HACE TAMBALEAR, ERES COMO EL CIELO, QUE AUNQUE ACLARA U OBSCURECE PERMANECE SIENDO CIELO,ILUMINADO, O CON ESTRELAS, PARALELO A LA TRISTEZA, O CRERCANO AL CORAZON EL AMOR SIEMPRE ES AMOR..."

ALDHI GABRIEL

17/5/06 04:21  
Blogger aldhy gael said...

ES ALDHI GABRIEL... PUSE TU BLOG EN EL MIO.... SI QUIERES VISITAS EL MIO.... AH Y ESPERO TUS COMENTARIOS....http://WWW.brokeback-mountain-2.blogspot.com

17/5/06 04:26  
Blogger MadJavi said...

¡Increíble, Carlos! ¡Nos has llevado a todos en ese tren! Espero que no te haya salido muy caro o, por lo menos, que te hayan hecho descuento de grupo!
Estoy empezando a imaginarme viviendo un reencuentro así...
Sniff!!!
Besos

17/5/06 11:19  
Anonymous Anónimo said...

Madjavi

Me ha costado una parte del alma, ríos de lágrimas, no ya el viaje y todo lo que fabulamos que no sale en la película, sino lo que sí sale y sus terribles realidades en muchas ocasiones, pero creo que este coste es compartido por tod@s vosotr@s. Un abrazo.

17/5/06 13:44  
Blogger MadJavi said...

¡Que razón tienes, Carlos! Este maravilloso viaje, lleno de lágrimas y de alegrías, de dolor y de sonrisas, a todos nos ha costado una parte del alma; este viaje lo hemos pagado a escote...
Besos

17/5/06 15:42  

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